(Q:.H:. Gabriel Valbuena Hernández)
Venir hasta el Tolima, hermanos míos,
siempre es motivo de dicha y alborozo:
vuestro taller, hospitalario y laborioso,
es un refugio para las almas sin estío.
Brilla la Estrella del Combeima refulgente
como si fuese un faro majestuoso,
que ilumina el sendero borrascoso
de quienes viven bajo la sombra de occidente.
Es un albergue de nobles sentimientos
donde el dolor siempre acaba doblegado
por el afecto fraternal, nunca negado,
a quienes buscan la amistad como alimento.
Es un arcano de sabias enseñanzas
de arquitectos “antiguos y aceptados”,
que nos dejaron confiados su legado
de escuadras, compases y balanzas.
Al escuchar el repicar de los canteros
que emocionados acudían a esta cita,
me dispuse a preparar yo mi visita
pues aquí ningún masón es forastero.
Sois un orgullo para el pueblo ibaguereño
y de los Pijaos, nobles herederos,
sois fraternos, solidarios, compañeros,
y ciudadanos de recto desempeño.
Masones tolimenses, siempre altivos,
gallardos, sinceros, generosos:
sois como el gran Yuma caudaloso,
de alma libre y espíritu festivo.
El verdor de estas montañas y praderas
es un bambuco compuesto a la esperanza
es un poema dedicado a la labranza,
y al trabajo de personas tesoneras.
Por vuestro trato tan amable y fraternal
expreso a todos mi gratitud con voz sincera
esperando veros pronto en mi cantera
ubicada en el Distrito Capital.